La hermana Josephine Kwenga, una monja de san José de Tarbes, transforma las vidas de forma que une fe, sostenibilidad y responsabilización de la comunidad. La agricultura sostenible está llevando nueva vida a las familias, a las comunidades y a la misión de la Iglesia de cuidar la creación en línea con su pasión.
Ministerio holístico
En 2023, Josephine recibió un certificado de reconocimiento de la Fundación de los Periodistas y Escritores de las Naciones Unidas por su trabajo en la agricultura sostenible. Su testimonio de mujer religiosa y su rol profético en la sociedad de hoy se fusionan con su pasión por el ministerio.
«Me apasiona el trabajo en equipo, la promoción del desarrollo holístico y la transformación social», afrima. «Nuestro ministerio no se ocupa de acumular recursos, sino de responsabilizar a la comunidad, organizar programas que asimilen fe y sostenibilidad y ser un recurso para aquellos a quienes servimos».
La hermana Josephine está preparada para guiar las iniciativas de desarrollo con su bagaje académico único en materia de educación, estudios sobre desarrollo, transformación social, especialización en desarrollo sostenible, construcción de la paz, liderazgo y gestión de los proyectos.

Cría de aves de corral, una de las empresas agrícolas realizadas en los proyectos
La agricultura como acto espiritual
La agricultura es más que la producción alimenticia, asegura la hermana Josephine. Es unión con el creador en acción. «Cuando cultivamos el suelo y cuidamos de plantas y animales, participamos en la obra creativa de Dios», añade.
«Aprendemos la paciencia, la confianza y la humildad. Esto nos conecta con el ritmo de la vida, cuando sembramos, esperamos, nutrimos y recogemos, se refleja el camino de la fe, y así la agricultura se convierte en una oración por el don de la creación».
Esta visión tiene un profundo impacto sobre los agricultores que a menudo ven su trabajo como humilde o pesado. Trabajar codo con codo con los agricultores en el campo ha hecho que Josephine rompiera las barreras de la percepción.
«Al principio, muchos agricultores se sorprendían al ver a una monja con hábito sosteniendo una azada. Pero pronto la sorpresa se transforma en respeto. Los agricultores dicen que cuando ven a las monjas enseñarles cómo ser grandes agricultores se sienten animados, porque demuestra que su trabajo es digno a los ojos de Dios y de la Iglesia».

Trofeo entregado en la Exposición Agrícola por el gran trabajo desarrollado
Historias de transformación
Josephine ha compartido una historia de transformación en el trabajo que desarrolla. En su región, algunos agricultores eran tan pobres que tenían que alquilar sencillos instrumentos, gastando la mitad del salario diario solo para trabajar en los campos de otras personas. «Después de unirse al programa de agricultura sostenible de las hermanas, no solo han comprado sus propios instrumentos, sino que han empezado a cultivar sus propios alimentos, produciendo también un excedente para la venta» declaró.
«Hoy, algunos de ellos tienen incluso cabras de leche», ha observado con orgullo. «Lo que había empezado como supervivencia se ha convertido en dignidad, esperanza y un futuro mejor. Esto me da alegría y confianza porque la agricultura les ha dado una nueva vida».

La hermana Josephine trabajando con otras agricultoras
Desafíos y perseverancia
«A los agricultores les cuesta creer que las cosas puedan ser diferentes», ha admitido sor Josephine. A esto se añaden las limitaciones de los recursos y las dificultades como la sequía y las malas cosechas.
Lo que la sostiene para atravesar estos desafíos es la oración y la comunidad. «No llevo el peso sola. Llevo mis luchas a mi comunidad religiosa. Rezamos juntas por nuestro ministerio y elaboramos estrategias de respuesta. Con Dios, creatividad y perseverancia, la transformación es posible».
Unir tradición, tecnología y fe
La agricultura moderna puede ser vista como inseparable de la tecnología y de los cambios climáticos. Sin embargo, Josephine cree que «la innovación debe servir a la vida, no sustituirla».
Inspirada en las encíclicas Laudato sì y Fratelli tutti, integra métodos modernos de riego, conservación del suelo y agricultura climáticamente inteligente con prácticas biológicas tradicionales.
«Se trata de preservar lo que da vida a la tradición, descartando lo que es dañino y utilizando la tecnología de forma que respete la creación y la dignidad de los agricultores», ha explicado. «Evangelizamos la tecnología, no viceversa».

Uno de los numerosos ejemplos de cultivación hidropónica realizados
La fuerza escondida de las religiones
Sor Josephine encarna lo que ella llama «el poder escondido de la presencia».«Nuestra voz visionaria no está en los discursos en voz alta, sino en acciones coherentes que restauran la dignidad, construyen las comunidades y cuidan la creación. La transformación no viene siempre de posiciones de autoridad, sino de la compasión y del servicio. Este es el testimonio silencioso pero poderoso de las religiones».
«Cuando nos unimos a la vida religiosa, venimos con apertura y disponibilidad para responder a las exigencias de la misión», ha afirmado. «Puedes estar preparado como profesor, pero te encuentras llamado a la agricultura o a otro campo. Lo que cuenta es responder a los signos de los tiempos con fe y generosidad. Es aquí que se encuentra la realización».
Sueños para el futuro
Mirando al futuro, Josephine sueña un futuro en el que la agricultura no sea vista como un trabajo humilde, sino como una vocación digna. «Todos comemos comida; la agricultura nos sostiene a todos. Quiero que los agricultores abracen su rol con confianza y orgullo y que la Iglesia esté en estrecha relación con ellos no solo como voz, sino como compañera en acción».
Sueña con promover la agricultura biológica y regenerativa de forma que las generaciones futuras hereden terrenos más ricos que antes. «Cuando las familias tienen seguridad alimentaria, hay paz en las casas y armonía en las comunidades», concluyó. «Muchas guerras, también globales, derivan de la escasez de recursos. Si afrontamos este problema, construiremos la verdadera paz».
Crédito de la nota: Vatican News.

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