12 junio, 2025

Perú: Emergencia educativa en el Vicariato Apostólico de San Ramón

Unos 120 adolescentes de entre 12 y 18 años, procedentes de 48 comunidades nativas ashéninka del Gran Pajonal, son recibidos durante el año escolar en la residencia estudiantil de Oventeni, en la provincia de Atalaya, dentro del Vicariato Apostólico de San Ramón.

«Contamos con dos pabellones para chicas y dos para chicos. El Estado financia el trabajo de cocineros, personal de mantenimiento, animadores educativos –que acompañan a los estudiantes a diario– y dos psicólogos», explica el padre Luis Alfonso Tapia Ibáñez, párroco y coordinador de la residencia estudiantil «Keshiki», en la parroquia San Pascual Bailón. Los docentes, nombrados por el Vicariato Apostólico de San Ramón, son contratados por el Estado. «Formamos una gran familia. Este es su segundo hogar», afirma el sacerdote.

La residencia brinda a los adolescentes la oportunidad de continuar sus estudios y superar condiciones de pobreza extrema, tanto material como educativa. El Gran Pajonal, ubicado en la selva central del Perú, cuenta con unas 38 escuelas primarias. Sin embargo, las largas distancias –de entre 4 y 10 horas a pie por caminos difíciles– impiden a muchos estudiantes acceder a la educación secundaria. Por ello, y a petición de los padres, se creó una escuela secundaria bilingüe que promueve la identidad cultural de los estudiantes. Durante la semana, los adolescentes residen allí y regresan con sus familias los fines de semana.

«Gran parte del Vicariato está habitada por comunidades nativas compuestas mayoritariamente por niños», subraya Gerardo Antón Zerdin, OFM, obispo de San Ramón, en el último boletín de la Obra Pontificia de la Infancia Misionera, que apoya esta iniciativa. «La atención a la infancia es prioritaria debido a la pobreza y a las enormes carencias educativas que enfrentan estas comunidades remotas de la Amazonía», añade. «El Vicariato administra directamente cinco centros educativos (de preescolar, primaria y secundaria), y otras quince escuelas están bajo la responsabilidad de congregaciones religiosas presentes en la zona del Vicariato».

Estas escuelas son fruto de una acción conjunta entre el Estado y la Iglesia, y ofrecen educación gratuita. En ellas se imparten las asignaturas regulares y se promueven las actividades de la Obra Pontificia de la Infancia Misionera. Pero los estudiantes se enfrentan a riesgos graves, como la inestabilidad familiar, las bandas criminales, el consumo de drogas y diversas formas de abuso, dentro y fuera del entorno familiar.

«La residencia es una gran oportunidad para que los jóvenes conozcan a Dios, poco a poco, y se hagan amigos de Jesús a su propio ritmo», explica el padre Tapia Ibáñez. «Todo comienza con la amistad y el testimonio de vida. Desde los niños, llegamos también a sus familias, generando apertura hacia la Iglesia y el Evangelio. El año pasado, 21 estudiantes pidieron el bautismo y se prepararon para recibirlo».

Crédito de la nota: Fides