«Carlo es una nueva perla de esta ciudad de santos y un gran regalo para la Iglesia: que su testimonio dé muchos frutos de santidad entre los jóvenes». Así lo afirmó el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede, el domingo 12 de octubre por la mañana, en su homilía pronunciada en la iglesia de Santa María la Mayor Santuario del Despojo, durante la celebración eucarística con motivo de la memoria litúrgica de san Carlo Acutis.
A la celebración asistieron las autoridades civiles, militares y religiosas, los padres de Carlo Acutis, Antonia Salzano y Andrea Acutis, además de cientos de peregrinos y fieles.
El ejemplo de Carlo
«La palabra de Dios que acabamos de proclamar es casi una fotografía de Carlo y su espiritualidad, y él, a su vez, nos ayuda a comprenderla con el ejemplo de su vida», dijo el cardenal, citando la segunda lectura en la que Pablo se dirige a los fieles de Filipos, la comunidad que él fundó y la primera ciudad europea en ser evangelizada:
«A estos fieles, Pablo les escribe desde la cárcel una carta conmovedora en la que el apóstol invita a todos a la comunión, basándose en el himno de origen litúrgico en el que se dice que Jesús se despojó de toda su gloria divina para hacerse uno de nosotros, hasta la muerte en la cruz… Y es hermoso recordarlo en este santuario dedicado al despojo – continuó el cardenal – en el que se evoca no solo el gesto de Francisco al despojarse de todo y hacer de Cristo su único tesoro, sino, antes aún, el despojo de Cristo que Francisco quiso imitar».
Tantas guerras horribles hoy en día
En el pasaje que hemos escuchado, elegido expresamente para la memoria litúrgica de San Carlo Acutis, hay de hecho «una invitación a la alegría»: «Todo el anuncio del Evangelio está al servicio de la alegría: el Hijo de Dios bajó del cielo y vino para hacernos felices», afirmó el cardenal.
«¿Y quién mejor que Carlo para explicarlo? Su madre Antonia ha dicho en varias ocasiones que lo que más echa de menos son sus frecuentes muestras de buen humor, con las que sabía hacer reír y sonreír. Ahora son muchos los que se sienten conmovidos por su sonrisa cuando contemplan su imagen: Carlo habla de Jesús ante todo con su rostro radiante, alegre y sonriente, y nos da testimonio de que ha vivido la invitación de Pablo: «Alégrense siempre en el Señor».
«Y si el cristianismo es un mensaje de salvación y Jesús nuestro salvador, ¿cómo no alegrarse? Los cristianos tristes y quejumbrosos no son buenos testigos del Evangelio y, si es cierto que la vida conoce el sufrimiento, basta pensar en las tantas guerras horribles que se están librando con tanto derramamiento de sangre, esto nos obliga a vivir otra enseñanza de Pablo: alegrarse con los que se alegran, llorar con los que lloran. Pero este último es un llanto de compartir y de amor que, si bien empaña la alegría, no quita la paz y la esperanza».
Mensaje para los jóvenes
En la homilía del cardenal no podía faltar una referencia al Pobrecillo de Asís. «San Francisco de Asís, en una estrofa del Cántico nacida también en esta antigua catedral y en el cercano obispado, refiriéndose a los afligidos acuña una bienaventuranza: Bienaventurados los que los sostienen en paz, porque por ti, Altísimo, serán coronados».
Profundizando aún más en la primera lectura, resulta evidente lo bien que encaja la fisonomía de la vida cristiana esbozada por Pablo con la vida de Carlo: su vida marcada por la normalidad lo convierte en un chico de nuestro tiempo: amaba todas las cosas bellas de la vida y en él resuenan las palabras de Pablo: «Todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable y honorable, todo lo que merece alabanza sea objeto de vuestros pensamientos. Hoy más que nunca es necesario reiterar a los jóvenes que Jesús no nos quita nada de las cosas buenas de la vida; todo viene de Dios y es bueno en sí mismo, lo que hace que las cosas sean malas es el pecado».
«Carlo es un maestro de belleza y bondad, porque utilizó las cosas del mundo con un corazón puro, haciendo de Jesús el centro de su vida. De hecho, este era su programa: estar siempre unido a Jesús».
Y este era también el secreto de su originalidad. Cuando observa que todos nacemos originales y morimos fotocopias, también habla de sí mismo: no quiso ser una fotocopia ni plegarse a las modas, sino que fue plenamente él mismo, porque estaba lleno del Señor Jesús»
Frutos de santidad
«Para llenarse de Jesús – continuó el secretario de Estado vaticano – Carlo comprendió que tenemos a Jesús al alcance de la mano y que, gracias a la presencia eucarística, no tenemos que buscarlo en quién sabe qué parte del mundo: Carlo decía que hay un camino, más bien una autopista, que es especial, libre de peajes, atascos y accidentes: esta autopista es la Eucaristía. El pasado 7 de septiembre, Carlo fue canonizado y hoy, en su primera fiesta litúrgica, damos gracias al Señor por este gran don».
«Muchas personas acuden a este santuario que custodia sus restos mortales y muchas personas acogen sus reliquias: Carlo es un gran influencer, como dicen algunos, el influencer de Dios: atrae a muchos por el camino del bien, junto con san Francisco, desde este santuario, habla al mundo y nos recuerda que todos estamos llamados a ser santos y, con la sencillez de su vida, nos explica que la santidad es posible a cualquier edad y en cualquier condición de vida. Carlo – concluyó el cardenal Parolin – es una nueva perla de esta ciudad de santos y un gran don para la Iglesia: que su testimonio dé muchos frutos de santidad entre los jóvenes».
El saludo del obispo Sorrentino
El obispo de las diócesis de Asís-Nocera Umbra-Gualdo Tadino y Foligno, monseñor Domenico Sorrentino, al comienzo de la celebración, agradeció al cardenal Parolin «porque – dijo – nos trae una vez más el afecto y, diría, la caricia del Papa León XIV, con quien compartimos, el 7 de septiembre, en la plaza de San Pedro, ante una multitud realmente desbordante, la alegría de la canonización de Carlo, ahora San Carlo para toda la Iglesia».
Hoy es su memoria litúrgica y vivimos esta santa eucaristía recordando que la resurrección de Jesús y la santidad están íntimamente relacionadas. El santo es aquel que irradia la alegría y el esplendor de la resurrección. Gracias por estar aquí presentes y vivamos esta santa eucaristía con el corazón palpitante: conocemos la situación del mundo y en este lugar franciscano en el que Carlo vino a inspirar su santidad, el tema y la causa de la paz nos son particularmente queridos.
Crédito de la nota: Vatican News.
Más historias
Las hermanas canosianas ayudan a las chicas masái a superar la pobreza
Mensaje del Papa para la JMJ 2025: La amistad con Cristo, testimonio de paz
El Papa: que los jóvenes y la Iglesia sirvan al Reino de Dios