El Día del niño africano conmemora la marcha que tuvo lugar en 1976 en Soweto (Sudáfrica), en la que miles de escolares salieron a la calle para protestar contra la escasa calidad de la educación de los negros bajo el régimen del apartheid. Los jóvenes también se manifestaron para exigir que se les permita estudiar en sus lenguas maternas. El régimen ordenó disparar contra los manifestantes, masacrando a cientos de chicos y chicas. En las dos semanas de enfrentamientos que siguieron, un millar de personas resultaron heridas y al menos un centenar murieron. Para honrar su memoria, desde 1991, cada 16 de junio se celebra un día – primero por la Organización para la Unidad Africana (OUA) y luego también por las Naciones Unidas – para llamar la atención sobre las condiciones de vida de los niños y jóvenes del continente. La jornada ha llegado a su 31ª edición.
El estudio, un derecho jamás adquirido
“Algunas de las reivindicaciones que los estudiantes de entonces hicieron con fuerza respecto al derecho a la educación, siguen estando muy presentes hoy en día en muchos Estados africanos”. Lo afirma la africanista Anna Pozzi en entrevista.
“Hay que decir que en Sudáfrica se han dado muchos pasos adelante en comparación con el día que hoy conmemoramos -continúa-, basta pensar que en el país se reconocen 11 lenguas oficiales, mientras que en aquella época los jóvenes tenían que estudiar sólo en la lengua hablada por los blancos, principalmente el afrikáans”. El derecho a la educación es, por tanto, “una hipoteca sobre el futuro de este continente y sigue siendo una cuestión central que nos obliga a no considerarlo jamás como un derecho adquirido”.
Los efectos de la pandemia
Por segundo año, el Día del Niño Africano se celebra en un momento de pandemia. “El Covid-19 – especifica Pozzi – ha tenido enormes repercusiones y no sólo desde el punto de vista sanitario. La educación y la economía han pagado un alto precio, el coronavirus ha mostrado fragilidades ya presentes en el continente, acentuándolas y a veces haciéndolas dramáticas. El acceso a la atención sanitaria para cualquier tipo de enfermedad se ha visto dificultado por la pandemia, “por lo que hoy en día -añade- los niños mueren mucho más si se ven afectados por la malaria y la neumonía y la desnutrición ha aumentado”. Citando el caso de Uganda, la académica explica además cómo el reciente cierre ha provocado también el cierre de escuelas y el consiguiente bloqueo de comedores. “En algunos casos, no esporádicos”, señala, “esa comida proporcionada al alumno se convierte en una comida segura que no puede ser sustituida”.
Matrimonios forzados
Con la pandemia, también han aumentado los matrimonios forzados y los embarazos precoces. “Se trata de un gran problema que hay que frenar y que, en cambio, ha ido en aumento en el último año”, denuncia la experta africanista. “Conocí a una mujer en Malawi que lleva años luchando por ganar esta batalla, permitiendo el acceso de niñas muy jóvenes a la educación. Es una jefa de aldea, así que tiene un papel importante y está en primera línea contra este fenómeno porque, como dicen en África, la educación de una niña es la educación de una aldea, de una comunidad, de un país”.
Educación y trabajo infantil
La cuestión del derecho a la educación es aún más actual a la vista de las dramáticas cifras sobre el trabajo infantil publicadas el mes pasado. Tras una tendencia a la baja que duró dos décadas, la lacra del trabajo infantil ha vuelto a crecer a nivel mundial en 2020, según denuncian la Organización Internacional del Trabajo y Unicef, en un informe titulado “Trabajo infantil: estimaciones mundiales para 2020, tendencias y camino a seguir” publicado con motivo del Día Mundial contra el Trabajo Infantil, el pasado 12 de junio. Según los datos recogidos en la investigación, el número de niños que trabajan se ha elevado a 160 millones en todo el mundo, lo que supone un aumento del 5% respecto a hace cuatro años. El África subsahariana es la zona donde más ha aumentado el número de niños explotados laboralmente.
El llamamiento del Papa
Tras la oración mariana del Ángelus del domingo 13 de junio, el Papa lanzó un enérgico llamamiento para luchar contra la lacra del trabajo infantil y restablecer el derecho de los niños a jugar y estudiar. Estas fueron las palabras de Francisco:
Ayer se celebró el Día Mundial contra el Trabajo Infantil. No es posible cerrar los ojos ante la explotación de los niños, privados del derecho de jugar, de estudiar y de soñar.
Según los datos estimados por la Organización Internacional del Trabajo, los niños explotados hoy para trabajar son más de 150 millones: ¡una tragedia! 150 millones: más o menos como todos los habitantes de España, Francia e Italia juntos.
¡Esto sucede hoy! Tantos niños padecen esto: son explotados para el trabajo infantil. Renovemos todos juntos el esfuerzo para eliminar esta esclavitud de nuestros tiempos.
Fuente de la nota: Vatican News.
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