11 noviembre, 2024

Jóvenes que eligen ser catequistas, un regalo para la Iglesia

En Indonesia hay muchos jóvenes católicos que deciden ayudar a la Iglesia con su labor como catequistas. Estas son algunas de sus historias.

Hay muchos jóvenes católicos en Indonesia que se han comprometido a seguir un programa especial de formación y estudio para convertirse en catequistas. Aquellos que provienen de familias con medios económicos mucho mayores probablemente optarán primero por ir a la universidad o podrán seguir una educación superior. Para aquellos con menos recursos existe la opción de formarse para convertirse en catequistas, un ministerio y una vocación tal y como lo considera la Iglesia.

August G. Thuru, catequista de Denpasar, en Bali, comenzó su carrera profesional como profesor en varias escuelas secundarias. Años más tarde continuó en la escuela de formación de catecismo en Madiun y después en un Instituto Pastoral especializado en Java Oriental.

«Desde 1983 soy catequista voluntario en la iglesia parroquial de San Antonio en Baturaja, Bali», dice Thuru, de 65 años, que ahora vive en Flores, en la provincia oriental de Nusa Tenggara. Ha realizado la misma actividad desde que era estudiante en Java Oriental, impartiendo catecismo y desarrollando actividades pastorales en varios lugares de Java Oriental entre 1988 y 1990. También trabajó en una radio en Padang de Sumatra Occidental y en un periódico local en Bali. Desde 1999 Thuru se dedica casi totalmente a la catequesis después de haber recibido formación en Bali «sin recibir ningún salario de la Iglesia», asegura.

Otra historia es la de Suwandi, un catequista de Sukakarya, en la provincia de Bengkulu, en la archidiócesis de Palembang (que cubre tres provincias de Sumatra: Bengkulu, South Sumatera y Jambi). Nacido en Java Central, Suwandi fue criado por sus padres que emigraron al sur de Sumatra a principios de la década de 1960. La posibilidad de convertirse en un catequista reconocido y empleado de la Iglesia le llegó por primera vez a través de un sacerdote misionero holandés en Palembang que le ayudó a convertirse en profesor. Fue enviado por este sacerdote misionero a Malang para estudiar pastoral y catecismo y fue después asignado a Bengkulu para comenzar su trabajo pastoral como catequista.

Conducir una motocicleta en medio de un denso bosque desde el centro de Bengkulu para llegar a docenas de lugares diferentes en la provincia, fue una preciosa experiencia para Suwandi, quien conoció y anunció el Evangelio a la gente de muchas aldeas. «Muchos amigos me han ayudado o incluso me han ofrecido quedarme en sus hogares», comenta Suwandi, a quien paga la Iglesia local por este trabajo a tiempo completo. «La fe es un serio desafío», dice quien la vivió «en camino», ya que en Bengkulu se da catequesis cuando se puede para ajustarse a los horarios de los muchos trabajadores de las plantaciones de palma de las zonas rurales. «Encontrarme con animales salvajes en mis viajes es una experiencia normal», indica Suwandi.

Tanto para Thuru como para Suwandi, convertirse en catequistas era «una vocación religiosa para servir a los demás». Ambos tienen como principal tarea preparar a los jóvenes para el bautismo y la confirmación.

Francis Xavier Rickoloes Pricorianto, geólogo profesional de la diócesis de Bogor, en Java Occidental, comparte una historia diferente. Tras años de experiencia laboral en zonas remotas para empresas mineras, Pricorianto fue «llamado» espiritualmente para participar en un programa de formación de dos años sobre las Sagradas Escrituras. Impulsados por esta formación, los estudiantes se sienten motivados a convertirse en evangelizadores de otros en su comunidad social. Pricorianto, entusiasmado, ofreció su ayuda como «evangelizador» a monseñor Paskalis Bruno Syukur.

«Desde el año pasado, la diócesis de Bogor me ha encargado oficialmente dar catequesis a las personas que se preparan para el bautismo y la confirmación», explica Pricorianto. Hay muchos desafíos para llevar a cabo esta misión espiritual en Bogor: «Con frecuencia, los catecúmenos abandonan el programa debido a circunstancias imprevistas como mudarse a otra ciudad, cancelación del matrimonio o abandono del curso de formación sin previo aviso». Es en estas circunstancias cuando los catequistas demuestran su celo pastoral al acercarse a cada uno de los participantes mostrando una especial atención personal, comprensión, empatía, consuelo y esperanza.

Crédito de la nota: Agencia Fides