«Hacer la guerra entre nosotros es siempre una derrota, en cambio discutir nos hace crecer». Este es el corazón del mensaje del Papa a los jóvenes en la última etapa de su segundo día en Yacarta, la visita a la Casa de la Juventud «Grha Pemuda», la nueva y primera sede del movimiento «Scholas Occurrentes» en el sudeste asiático. Su visita es una celebración de la educación inclusiva, que enseña que «las diferencias no son algo malo, sino una belleza única», como le dice al Papa en su testimonio Christine, una joven que ya sufrió acoso escolar.
El jovencísimo Bryan, con la camiseta blanca de «Scholas», destaca que en el movimiento «nos sentimos cómodos unos con otros, todos tenemos amigos con otras religiones o creencias». Y explica que muchos contaron sus experiencias negativas, la discriminación, el ciberacoso y el «agradar a la gente» que «nos hace fingir», «sin mirar las diferencias, sin determinar quién tiene razón y quién no». Francisco da las gracias y levanta el pulgar para expresar su «ok». Luego toma el micrófono para decir que ha hablado bien de la concreción de la realidad, porque «a veces falta la concreción del hacer». Hay tres cosas: lo que pensamos, lo que decimos y la realidad que vivimos. Y existe «el riesgo de ser esquizofrénico, alguien que piensa una cosa pero hace otra, no tiene unidad, en cambio la madurez de una persona es pensar, hablar y vivir en armonía».
Por último, Christine, confiesa al Papa Francisco que ha sufrido acoso escolar, y que a menudo «las diferencias crean división, provocan conflictos y llevan a la destrucción», incluso en las familias. Pero en el movimiento «hemos aprendido que estas diferencias no son un mal, sino una belleza única. Hemos aprendido a unir nuestras diferencias, a construir lazos de unidad y a comprender que las diferencias no son un camino de destrucción, sino un paso hacia la unidad». Y pregunta al Papa: «¿Cómo enseñamos la paz en medio de los conflictos que se producen hoy?».
«La vida hay que vivirla en las diferencias, si todos fuéramos iguales, sería un aburrimiento», le responde Francisco, alabando su valentía. En las diferencias, prosigue, puede haber conflicto o diálogo. «Si dos países son diferentes, ¿qué hago? ¿Diálogo o guerra? El deseo de tenerlo todo en la mano hace la guerra. La palabra justa es caminar juntos». La elección, recuerda el Pontífice, está entre hacer la guerra e insultarse, o «la política de la mano tendida, del abrazo, del amor fraterno, y avanzar siempre en el diálogo, discutiendo pero juntos». A veces, aclara, «tenemos que discutir entre nosotros, pero discutir como hermanos, para avanzar en el camino de la paz». Hacer la guerra y discutir es malo, «pero no es malo discutir como amigos y cambiar de idea. No lo olvidemos: la guerra entre nosotros es siempre una derrota, y en cambio discutir entre amigos nos hace crecer».
Crédito de la nota: Vatican News
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