18 abril, 2024

El orgullo de ser indígenas en una parroquia católica

El testimonio de Cándida y Bill, dos parroquianos de la iglesia del Sagrado Corazón de los Primeros Pueblos de Edmonton, acogió a Francisco en una comunidad inclusiva, mosaico de culturas, etnias y espiritualidad. Designada como Parroquia Nacional Indígena de Canadá en 1991, se distingue por su servicio a los más pobres, por su apertura al encuentro entre el mundo de las tradiciones ancestrales y el de los inmigrantes que han poblado estas regiones a lo largo de los años.

En la Iglesia del Sagrado Corazón de los Primeros Pueblos donde estuvo Francisco había dos feligreses, Cándida Shepherd y Bill Perdue, además del párroco Susai Jesu que lo recibieron. Cándida es miembro de la parroquia desde mediados de los años noventa. Dice estar «orgullosa» de pertenecer a la Nación Mestiza de Alberta.

«Siempre estaré agradecida por la forma en que nuestra comunidad relaciona la espiritualidad de nuestros ancestros indígenas y nuestra profunda relación con el creador, con mi camino como católica», fueron sus palabras.

Bill Perdue es el presidente del Comité de finanzas de la parroquia. Creció en este barrio, fue bautizado en 1963 allí mismo y reza desde entonces en el mismo templo. Él también habla de orgullo, él que es de origen mestizo, de vivir la fe católica en una parroquia que reconoce y honra a los ancestros indígenas e irlandeses.

Un mosaico de etnias

La iglesia del Sagrado Corazón comenzó como una parroquia de inmigrantes que llegaron a Canadá. Construida en 1913 en terrenos del Tratado 6, llegaron italianos, portugueses, españoles, croatas y, más recientemente, eritreos. A través del liderazgo del padre Gary Laboucane, un sacerdote oblato indígena, comenzó a expresar las tradiciones indígenas en el culto católico. Fue designada Parroquia Nacional Indígena de Canadá en 1991. En la actualidad, la iglesia del Sagrado Corazón de los Primeros Pueblos es una comunidad étnicamente diversa que incluye a las numerosas Primeras Naciones de Canadá, a los Mestizos, a los Inuit y a los católicos eritreos, así como a los residentes del barrio McCauley de Edmonton.

«Al haber sido designada como parroquia indígena, damos la bienvenida a todos los pueblos, ya que todos formamos parte del único círculo de la vida». Los dos feligreses dieron testimonio de lo que llaman la «resiliencia» de su parroquia, que ha renacido tras dos incendios devastadores. «Nuestra parroquia vive su fe cristiana, su vida litúrgica y su servicio honrando todo el círculo de la vida», precisaron. «Cristo es el centro del círculo sagrado de la vida, al que reconocemos en las enseñanzas de la rueda de medicina de los pueblos indígenas».

Servicio a los pobres

El cuidado de los pobres y necesitados es un valor fundamental de esta comunidad. Se atiende a las personas sin hogar y a los indigentes. En este sentido, es la parroquia más activa de la archidiócesis de Edmonton. «Cada día respondemos a las necesidades inmediatas de cientos de personas que llaman a nuestra puerta en busca de almuerzo, ropa, una cesta de alimentos de emergencia o simplemente ánimo y oración».

«Somos pobres en finanzas y ricos en fe católica y en la práctica de la misericordia», dijeron.

La presencia del Papa ayuda a liberar los traumas

De estas voces surgió el agradecimiento al Papa por haberlos escuchado. «Su presencia hoy nos da la oportunidad de afrontar, comprender, liberar y trascender nuestro trauma. En el Sagrado Corazón, reconocemos que nuestra iglesia recién restaurada servirá como lugar de descanso y reconciliación entre los indígenas de esta tierra y todos los que decidan venir aquí ahora y en el futuro», es el compromiso.

«Creemos con absoluta convicción que cada niño es importante. Y que cada mujer y cada niña son sagradas», se reiteró. «La presencia de nuestro Santo Padre aquí hoy, ya que él mismo ha defendido los derechos universales de los niños y ha celebrado la importancia de la familia, es un reconocimiento a nuestra creencia de que todos los niños tienen derecho a tener padres y abuelos en sus vidas, el derecho a celebrar su cultura, indígena o no, y que todos los niños tienen derecho a su propia voz», fueron también las palabras de Cándida y Bill.

Crédito de la nota: Vatican News.