27 abril, 2024

Una nueva parroquia en la misión de Mahate, Mozambique

El misionero Eduardo Roca Oliver escribía hace unos meses desde su misión de Mahate-Pemba. Este sacerdote de Zaragoza, España, contaba cómo este domingo, día del Domund, tras tantos años de labor, su misión será elevada a parroquia, a pesar de las dificultades y de la violencia que ha sacudido Mozambique en los últimos años.

Es el tiempo de gracia para nuestro pueblo, ha dicho el profeta, es el día en que actuó el Señor, ¡sea nuestra alegría y nuestro gozo! Hace doce años que llegué a Mahate, en Pemba, como misionero diocesano fidei donum. Dios ha bendecido mi pobreza cada día, y nada puedo atribuir a mis capacidades.

Hoy, en aquella misión de Mahate, ya se levanta una iglesia sencilla y blanca, que acoge en su interior una comunidad cristiana alegre y resiliente. Se ha ido levantando, humildemente, a lo largo de estos años de presencia, acogedora y sufriente, pero incansable… Como un testigo que brilla en la noche, y que dice, susurrando, que todavía hay esperanza.

El día 22 de octubre, Domingo de la Evangelización de los Pueblos, el obispo de Pemba bendecirá la iglesia, consagrará el altar y leerá el decreto de elevación a parroquia de esta misión que se ha convertido en testigo de paz en medio de esta realidad de tanta violencia.

Después de doce años, es un regalo muy especial para mí el poder celebrar esta fecha, después de estos últimos tiempos. Sé que en años futuros celebrarán con júbilo este acontecimiento, y recogerán frutos de las semillas que hemos lanzado… Pero todo está en manos del dueño de la viña. No hubiese podido hacer nada sin su apoyo, cercanía y compromiso fiel. Solo Dios ha podido hacerlo, de otro modo es inexplicable.

Hoy la misión de Mahate tiene seis comunidades, han crecido con los ataques del norte de la provincia. La escuela primaria tiene cerca de dos mil alumnos y el centro infantil 150 pequeños a los que podemos cuidar y darles lo necesario para crecer sin tanto miedo. Nuestra misión es un lugar para todos, pero hoy muchos hermanos musulmanes saben que también pueden contar con ella, que serán escuchados y podrán sentirse en casa. Nuestros proyectos siguen creciendo y ahora sé que ya no morirán. Una comunidad cristiana se ha ido consolidando y ya toma las riendas…

Los caminos de Dios siguen abiertos, hacia las periferias, donde siguen esperando los humildes… Estas líneas quieren ser testigos de esta deuda de gratitud hacia Dios y hacia todos ustedes. Todavía necesitamos pintar, poner suelo, acabar de instalar la luz, hacer un altar y un sagrario, comprar algunas sillas más… Para cualquiera de estas necesidades seguimos confiando en ustedes.

Desde siempre hemos levantado oraciones a Dios por ustedes, ahora los pondremos especialmente en sus manos y le pediremos que los bendiga y puedan sentir la inmensa felicidad que les deseamos. De algún modo sus nombres se quedarán escritos en las paredes de esta iglesia que con tanto cariño me han ayudado a levantar. Todo es, al fin y al cabo, un misterio de comunión del que todos participamos. Es lo que construye la paz. Por eso, desde este misterio de amor, seguiremos unidos, con ese lazo que nada puede ya destruir. ¡Gracias de todo corazón!

Crédito de la nota: OMPRESS.