«La categoría de los niños con discapacidad intelectual es vista por un lado como una maldición y por el otro como un amuleto de la suerte», comenzó la hermana Claudia Samba. El programa del centro Sor Claire comienza con las visitas a domicilio, una actividad básica que permite conocer y experimentar las realidades de las personas para las que están al servicio, en nombre de la misión católica.
Dos veces a la semana van a las aldeas alrededor de Rosso, donde la comunidad de la hermana Claudia, las Hijas del Sagrado Corazón de María (hscm), está en misión desde el 2014. Rosso es una ciudad hermana de Rosso Senegal, debido al mismo nombre dado a las dos ciudades, separadas por el río Senegal, explica la hermana Claudia.
«Durante nuestras visitas, notamos cómo la forma en que se trataba a los niños con discapacidad intelectual variaba de un grupo étnico a otro: por un lado, eran bienvenidos y afortunados, porque estaban expuestos a la mendicidad, traían dinero u otros bienes; por otro lado, se los consideraba la maldición, el espíritu maligno de la familia, de ahí su marginación», explicó la religiosa.
Esperanza y confianza a través de la sensibilización
Para satisfacer mejor las expectativas de atención, el centro Sor Claire se compromete a sensibilizar en todos los niveles: parental, social, religioso, gubernamental e internacional. «Viajando kilómetros, a veces sobre diques de arena, viendo cómo se trataba a los niños con parálisis cerebral, teníamos lágrimas en los ojos. Ha sido difícil para nosotros aceptar estos comportamientos, tanto los vistos como amuletos de la suerte como los que son vistos como presagios de desgracias», dice sor Claudia.
La esperanza vino gracias al proyecto de The Papal Foundation, que fue fundada por los católicos de América del Norte y que tiene como objetivo llevar el amor de Cristo al mundo necesitado y estar íntimamente vinculado a la obra de la Iglesia y del Santo Padre.
The Papal Fundation ha donado un minibús de 16 plazas para el transporte diario de los niños desde sus hogares hasta el centro Sor Claire. «Otras estructuras y ONG, a través del Ministerio de Asuntos Sociales, también han hecho gestos hacia los padres. Pero aún queda mucho camino por recorrer para eliminar esta creencia étnica en el África subsahariana», añadió.
Encontrar la alegría en el propio trabajo es un regalo de Dios
Todos los niños con discapacidad intelectual, desde el nacimiento hasta los 14 años, son acogidos en el centro. «Encontrar la alegría en el propio trabajo es un don de Dios», dice la hermana Claudia y continúa: «Es verdad, como dice la Biblia (Eclo 5,18), estos niños nos llenan de alegría cuando aprenden a dibujar, a cantar, a escribir, a modelar y a jugar, según sus capacidades y habilidades».
«Los niños crean cosas extraordinarias y sorprendentes. ¡Su forma inteligente de ser y actuar nos muestra que el mundo de estos niños a veces nos reserva sorpresas! Como dijo una vez un sabio: “el secreto de la vida es amar lo que haces, no hacer lo que amas. Ese era mi secreto”», concluyó la hermana.
Crédito de la nota: Vatican News.
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