Josué recuerda cómo comenzó su pasión. Cuando tenía apenas cuatro años, deseaba un juguete que su madre no pudo comprar. Al enterarse, su padre le llevó a casa un pedazo de plastilina y le dijo que con ese material podía modelar cualquier cosa que quisiera. Inspirado, el pequeño Josué modeló la figura del juguete que tanto anhelaba. Desde entonces, nunca dejó de moldear figuras, primero con plastilina, luego con arcilla, y ahora creando obras monumentales como una estatua de resina reforzada con fibra de vidrio, sostenida por una estructura interna metálica.
Esculturas que embellecen su ciudad
Una de sus obras más recientes es de san Agustín. Se trata de una estatua del doctor de la Iglesia que se encuentra en la entrada de su ciudad natal. Pero esta no es la única creación de Josué: varias de sus esculturas adornan distintos puntos de la ciudad, y él se siente feliz de contribuir con su talento al embellecimiento de su comunidad y su país.
Además de ser un talentoso escultor, Josué se ha convertido en un ejemplo de vida para muchos niños y jóvenes. «Le doy gracias a Dios por darme la habilidad de crear esculturas para mi país y poder inspirar a muchos jóvenes. Espero que cada niño y cada joven que vea esta escultura se sienta motivado a ser constante, disciplinado y a trabajar con amor», expresó.
El apoyo de su familia, su mayor fortaleza
Josué reconoce que sus logros no serían posibles sin el apoyo incondicional de su familia. «Mi equipo son mi papá, mi mamá y mis hermanas. Es importante tener un equipo para alcanzar la meta que quieres», asegura. Sus publicaciones en Instagram muestran a una familia unida y comprometida con la formación de Josué y de sus dos hermanas menores.
Un arte con propósito
Entre las esculturas creadas por Josué se destacan figuras religiosas como san Agustín, santa Mónica, la Virgen María y Jesús. Recientemente, una estatua de san Antonio de Padua de tres metros de altura fue colocada en su ciudad, consolidando aún más su reputación como un joven artista prometedor.
Para Josué, el arte no es sólo una expresión estética, sino también un vehículo para transmitir valores. En una de sus esculturas, retrata a Jesús mostrando compasión hacia un mendigo, una escena que para él simboliza la misericordia y esperanza divina.
«Yo creo que Jesús es así», explica al señalar su obra. «En las circunstancias difíciles, aunque no lo veamos, Él está con nosotros».
Con su talento, dedicación y fe, Josué Benjamín Figueroa no sólo está dejando una huella artística, sino también un legado de inspiración para las generaciones futuras.
Crédito de la nota: Zenit
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