29 marzo, 2024

Café Bruno: aroma y respeto a la creación

Gracias al proyecto «Laudato si’ social Enterprise» un grupo de misioneros de la región eclesiástica italiana de Triveneto garantiza una correcta ética de trabajo a los habitantes de las aldeas de Tailandia, así como el acceso a la educación de los niños.

Los misioneros italianos «fidei donum» que prestan servicio pastoral en la parroquia de María Reina de la Paz de Chae Hom, en el norte de Tailandia, han puesto en marcha un proyecto de cultivo y comercialización de café que se caracteriza no sólo por la calidad del producto, sino por el destino de los ingresos: becas para jóvenes, formación de los habitantes del pueblo en la gestión de cultivos sostenibles y la mejora general de las condiciones de vida. La acción pastoral de la parroquia, establecida oficialmente hace más de diez años, ha abrazado los valores fundamentales expresados en la encíclica Laudato si’ del papa Francisco, incluso antes de su publicación.

Una respuesta a la contaminación

Un informe del Índice de Calidad de Vida del Aire de Chicago, publicado en 2019, reveló que la esperanza de vida se redujo un par de años debido a la contaminación del aire: durante días, en el periodo de monitoreo, Chiang Mai fue la ciudad más contaminada del mundo, superando con creces los niveles máximos de contaminación establecidos por las normas internacionales.

Uno de los principales factores causantes de estos niveles descontrolados es una práctica, utilizada principalmente en el cultivo del maíz, que consiste en la quema de residuos agrícolas para aumentar la fertilidad y preparar el suelo para la siguiente cosecha. El uso de pesticidas y fertilizantes químicos rociados en los distintos cultivos también contribuye a la contaminación del medio ambiente y, durante la temporada de lluvias, confluyen abundantemente a los cursos de agua.

Prácticas que han producido graves consecuencias también en quienes acuden a la parroquia de María Reina de la Paz en Chae Hom. «Cuando los fieles se acercaban al altar para recibir la Eucaristía», explicó el padre Bruno Rossi, «nos dimos cuenta de que sus manos estaban manchadas de polvo rojo, residuo de los pesticidas. Ese fue un punto de inflexión para nosotros: nos dimos cuenta de que entregábamos el Cuerpo de Cristo en manos enfermas, un gesto de vida plena y verdadera puesto en manos que devolvían signos de muerte».

Algunos alumnos huéspedes de la parroquia María Reina de la Paz de Chae Hom

Los misioneros propusieron entonces extender las plantaciones de café desde las zonas montañosas del país hasta las colinas y los valles. El padre Bruno cuenta que la idea de empezar a cultivar de forma ecológica surgió tras probar unas judías cultivadas por familias de estudiantes que vivían en la parroquia. El producto era de gran calidad, pero el tueste no daba el aroma al que los misioneros estaban acostumbrados en su tierra. Así, con la llegada de una primera máquina tostadora en 2012 y, posteriormente, realizando nuevas mejoras, se logró un proceso de producción y venta ecológica, capaz tanto de potenciar un recurso de alta calidad como de proteger la naturaleza y la salud de las personas. Las ventas, caracterizadas por un precio competitivo, permitieron devolver la dignidad y el descanso a los agricultores que viven en las aldeas de Chae Hom y financiar becas para estudiantes. Además, la actividad está regulada por la institución sin ánimo de lucro denominada precisamente «Laudato si’ social Enterprise», creada con el objetivo de contribuir al bien común en pleno cumplimiento de la ley y la normativa estatal e inspirada en los valores contenidos en la encíclica del papa Francisco de 2015.

Precursores de la Laudato si’

La producción del «Café Bruno» comenzó hace más de diez años, incluso antes de la publicación de la Laudato si’, pero los principios inspiradores de la acción de los misioneros y sus colaboradores se encuentran plenamente en las palabras que el papa Francisco entregó en el documento para orientar el cuidado de la casa común. «Hemos tratado de proteger el trabajo y el descanso, explica el padre Bruno Rossi, así como el deseo de las comunidades de mantenerse sanas y en un entorno seguro. También hemos tratado de cuidar la casa común, respetando la naturaleza y armonizando con ella el trabajo de las personas. Es una exigencia que nace de lo más profundo del espíritu, una atención que lleva consigo valores plenamente compartidos también por la cultura asiática. Una orientación, para nosotros espontánea, que luego encontramos descrita y sistematizada en la encíclica del Papa: dio voz y mayor motivación a nuestras acciones. La naturaleza, para nosotros los cristianos, también puede ser un vehículo importante para acercarnos a Dios, como nos enseñó san Francisco y como reitera la Laudato si’: este documento nos ofrece sustento y debemos aprender a respetarlo para desencadenar un círculo virtuoso».

Recolección de café en los pueblos de la montaña

El padre Bruno, en broma, también compara a sus feligreses con los granos de café: cada uno es diferente del otro, cada uno con su propia historia única e irrepetible. Lo que marca la diferencia, pues, es la tostadura, es decir, la capacidad de extraer lo mejor de cada uno, como hace un buen educador con sus chicos. «Conseguimos producir unos 800 kilogramos de café tostado al mes, que se envían a toda Tailandia. Las mayores peticiones suelen venir de los hoteles –continúa el párroco– y de los turistas que tienen curiosidad por probar un café tostado al estilo italiano. La pandemia ha creado muchas dificultades por la falta de turistas, pero no por ello se ha detenido el proyecto. Por el contrario, pretendemos fomentar el cultivo de plantas de té autóctonas y seguimos trabajando en un proyecto recientemente lanzado que implica el cultivo y la transformación del cacao, que puede crecer fácilmente incluso en las llanuras, ofreciendo sustento a los feligreses que viven allí y no pueden cultivar el café».

Crédito de la nota: Vatican News