11 octubre, 2024

El don de la música, «alimento espiritual» para niños huérfanos

Dominic Nguyen Van Lam, sacerdote de 39 años de la diócesis de Binh Duong, en el sur de Vietnam, apostó por ello desde el principio. Ha creído y se ha comprometido en una forma especial de cuidado y de «caridad espiritual» para los niños huérfanos de la periferia de la ciudad de Ho Chi Minh, donde el sacerdote vive y estudia teología bíblica.

Así, tras conocer la Fundación World Youth Orchestra (WYO), dirigida por el maestro italiano Damiano Giuranna, el padre Dominic se ha comprometido a dar a los pequeños «no sólo alimento material, sino la oportunidad de desarrollar sus talentos, de dejar que su alma se exprese, de curar las heridas que arrastran debido a una vida y una infancia marcadas por el sufrimiento».

«Ese ‘alimento’ para el alma y el espíritu -explica el sacerdote- es la música». Así, más de un centenar de niños de entre 5 y 17 años han comenzado a asistir a seminarios para estudiar un instrumento musical (guitarra, piano, percusión, violín e instrumentos locales) y vivir una experiencia coral, que culminará en septiembre de 2024, gracias al proyecto de cooperación «WYO4Children», un programa de educación musical dedicado a los niños vietnamitas.

«El objetivo -explica el maestro Giuranna- es promover su crecimiento emocional, individual y social, humano y espiritual a través de la música y el arte». La iniciativa prevé un programa de clases semanales en las que los niños, a través de jóvenes profesores vietnamitas elegidos, pagados y coordinados por la Fundación WYO, aprenden los primeros rudimentos de la música, aprenden a tocar instrumentos clásicos y tradicionales vietnamitas, participan en un «coro comunitario» y desarrollan sus habilidades interpersonales, practicando juegos sociales.

Para la realización del proyecto ha sido crucial el apoyo de las Misioneras de la Caridad de Bin Dhuong, que han puesto a disposición una de sus instalaciones, donde acogen a los niños más pobres o abandonados, a una hora de Ciudad Ho Chi Minh.

El padre Dominic afirma: «El instituto dirigido por las misioneras seguidoras de la Madre Teresa de Calcuta se llama ‘Casa de Cuidado y Amor de la Madre’. Seguimos un camino de atención a estos niños a través del lenguaje de la música y el arte, que da frutos especiales: la alegría que brilla en sus ojos. Es la alegría que yo mismo siento cada semana cuando me encuentro con ellos y los abrazo. Son pequeños que nunca habían recibido esta atención, este ‘alimento’, que las propias religiosas aprecian mucho. Además, me dicen las religiosas, que los seminarios han mejorado la relación, a veces difícil, entre las hermanas y algunos de los adolescentes del instituto, o entre los propios chicos».

«Estoy seguro de la riqueza de este tipo de educación para la vida de estos niños, que vienen de historias marcadas por la violencia, el abandono, la pobreza», señala el sacerdote. «Es una forma de amarlos y de sanar sus corazones. Es la providencia de Dios. En la fraternidad y la alegría que se respira en la comunidad está la presencia del amor de Jesús», señala.

El proyecto «WYO4Children», que en 2024 ha elegido Vietnam -si bien en el pasado ha tocado otras naciones mediterráneas o de Oriente Próximo-, forma parte del proyecto más amplio «Sounds of Brotherhood», promovido por la World Youth Orchestra Foundation con el importante apoyo de la CDP Foundation y la contribución de LCA Studio Legale. Durante 2024, el primero de los tres años de actividades previstas en el Sudeste Asiático pretende reforzar la cooperación artística y cultural con Vietnam, desarrollando el lenguaje artístico, musical y teatral de la tradición local y apoyando a los artistas vietnamitas.

«Un proyecto ambicioso como WYO4Children sólo puede tomar forma si consigue crear fuertes vínculos con el tejido social local. El apoyo de las misioneras, a las que damos las gracias, es inestimable porque convierte a la comunidad local en parte activa de esta iniciativa», explica el maestro Giuranna.

El programa incluye ensayos y pequeños conciertos cada dos meses y un acto final el próximo septiembre, que permitirá a los niños compartir su experiencia, no sólo musical sino también relacional, y reforzar su vínculo con la comunidad de acogida.

Crédito de la nota: Agencia Fides.