Daniela, Inés y Lucía son tres alumnas de primaria del Colegio San Ignacio de Loyola de Torrelodones, España. Ellas cuentan que «mientras trabajábamos en el proyecto de medio ambiente, nuestros profes nos hablaron de la necesidad de cuidar el planeta y los recursos naturales que en él tenemos. Para ello, comenzamos a generar muchas ideas sobre pequeñas acciones que podíamos hacer».
Un día, en el patio del colegio compartían su sentimiento de pena por lo que escuchaban que le ocurría al planeta y dijeron: «¿Qué tal si hacemos una ONG para cuidar el planeta? Sabemos que está enfermo porque no lo tratamos bien y queríamos cambiar esto. La hicimos y hemos llegado hasta aquí».
DIL responde a la primera letra del nombre de cada una de las niñas que impulsaron esta iniciativa y busca generar conciencia, «primero en el colegio» sobre qué acciones impulsar para cuidar la casa común y luego en los otros espacios que las rodean, porque «queremos cuidar no sólo del planeta, sino también de las personas que viven en él».
La eficacia de contar con buenos apoyos
Dos pilares han sido fundamentales para lograr poner en marcha la iniciativa: la educación en el colegio y en las familias de cada una.
La madre de Inés, subraya lo fundamental que ha sido para que DIL se concretizara el apoyo de la institución educativa: «Si no las hubieran escuchado y dado los medios, esto no hubiera sucedido. Esto está influyendo en su personalidad, en su carácter y sienten que el colegio es capaz de apoyar la iniciativa de tres niñas».
Por su parte, la madre de Daniela añade: «Me gusta cómo se ha implicado en su proyecto. Si cree en algo, que luche por ello y nosotros, a apoyarla siempre».
El efecto multiplicador de DIL
Las creadoras de DIL comenzaron su proyección social mediante el recurso de los carteles, con la clara convicción de que «la gente se detiene y los mira y puede decir: anda, me gusta esto, voy a decírselo a mis alumnos, o voy a decírselo a mis primos que también les interesa este tema» y añaden: «Con solo un cartel, el mundo entero se puede enterar de que estamos cuidando el planeta».
Daniela, Inés y Lucía insisten en su deseo de hacer crecer DIL: «Nos gustaría pegar carteles fuera del colegio para que la gente mayor y la gente pequeña, todos se enteren de nuestro mensaje».
La temática de los carteles se centra en el impulso de pequeñas acciones que empujadas por muchos pueden llegar a tener un gran impacto. La primera, mantener limpios los espacios comunes, y esto se puede lograr con pequeños gestos como recoger los papeles que otros han tirado.
Segundo, evitar el consumo innecesario y el desperdicio de alimentos y «darle una segunda oportunidad a la comida». Las sobras pueden servir para fertilizar los huertos caseros y en el colegio tienen uno, cultivado por los alumnos.
Finalmente, las pilas y productos tóxicos. En DIL se insiste en la necesidad de conocer la toxicidad de cada elemento y así separarlo de otros productos. La iniciativa ofrece este ejemplo iluminador: «si tú llenas el estadio Bernabéu de agua pura y tiras una pila, toda el agua estará contaminada. Imagínate si tiramos este contenedor que está casi lleno de pilas y lo tiramos al mar, se acabarían todos los peces y los animalitos y todo».
Para Daniela, Inés y Lucía, esta iniciativa es una oportunidad de apoyar al papa Francisco, que en la encíclica Laudato si’ nos anima «al cuidado de la casa común» porque «este planeta es nuestra casa, la casa de todos y por tanto debemos cuidarla juntos».
El Papa pone en evidencia la problemática que señalan Daniela, Inés y Lucía y el peligro que representa para toda la creación: «Hay que considerar también la contaminación producida por los residuos, incluyendo los desechos peligrosos presentes en distintos ambientes. Se producen cientos de millones de toneladas de residuos por año, muchos de ellos no biodegradables» (Ls 21).
Daniela afirmó: «estamos en el mismo hilo». Escuchando al papa Francisco podemos recordar la frase por él muchas veces repetida: «Todos estamos en la misma barca». DIL recuerda que no hay ni dos, ni tres, ni cuatro mundos. Solo tenemos un planeta que compartimos todos.
Las tres amigas expresan su compromiso con el proyecto Ecoescuela del colegio e insisten en «animar a todo el mundo a participar en esta labor de cuidado y respeto, ya que, al cuidar nuestro mundo, también cuidamos de todos los seres vivos que lo habitamos».
Al mirar el camino recorrido, las tres niñas afirman, refiriéndose a los carteles: «De momento va funcionando. Desde que comenzamos hemos hecho unos 22 carteles y eso es lo que queremos, que cada uno aporte su granito de arena».
Las madres de Daniela, Inés y Lucía, cuando se refieren a los aportes de este proyecto a la educación integral de sus hijas coinciden en dos palabras: sorpresa y orgullo. Refiriéndose a Daniela su progenitora dijo: «Lo que sí nos sorprendió es la manera de expresarse y de cómo tiene interiorizada la conciencia social de hacer el bien».
«Estas niñas con su trabajo diario y constante y con mucha ilusión han sido capaces de demostrar que entre todos podemos hacer del mundo un lugar donde vivir en armonía», subraya la madre de Lucía, quien añade: «te queremos y vamos a apoyarte en todos los pasos que des en la vida. Sigue soñando con un mundo mejor».
Cada una de las niñas expresan sus anhelos por un mundo mejor, recogemos lo que dijo Daniela: «Tengo una visión muy especial, de un mundo lleno de luz, un mundo sano, un mundo mejor», y eso con el convencimiento de que «como alguien dijo una vez, el camino es igual de importante que la meta».
Crédito de la nota: Vatican News
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