13/01/19
En Aguiluchoslamentamos profundamente este terrible hecho; creemos que es consecuencia de la generalización de la violencia armada en contra niñas, niños y adolescentes. Por eso llamamos a las autoridades del país a promover una verdadera cultura de paz.
Reproducimos un carta que ha circulado por Internet y que nos parece una reflexión familiar adecuada para este momento:
«José Ángel, todos en tu comunidad, en tu estado y en tu país nos quedamos muy consternados por tu decisión que sacudió de golpe nuestra realidad. Muchos juzgan la memoria de tu pequeña persona haciéndote ver cómo un abominable asesino. Pero otros te creemos víctima y nos sentimos culpables de no haber hecho lo correcto contigo. Culpables por no entenderte y ser parte de una sociedad violenta, corrupta y disimulada. Supe por las noticias que perdiste a tu mamá hace meses, sin duda la encontrarás en el cielo; que quedaste a cargo de tu abuelita y que tu papá poco te visitaba. Supe también que pasabas por un mal momento en la escuela y que eras un niño muy aplicado. Nadie te escuchó, nadie puso atención, nadie te tendió la mano, te fallaron los tuyos y te fallamos nosotros. Te faltaron amigos y hoy te sobran juzgadores. Los políticos y funcionarios culpan a los videojuegos, a la música o al youtube. Siempre que pasa algo nadie se hace responsable y todos culpan a todos, eso sucede pequeño cuando la cobardía nos gana. ¿Cómo llegaron esas armas tan potentes a tus pequeñas manos? ¿Cómo aprendiste a usarlas? ¿Quién te entrenó? Son preguntas que los fiscales y peritos se hacen, pero yo me hago unas que va antes de todas estas. ¿Alguien te dijo que te amaba hoy por la mañana? ¿Alguien te dijo que eras importante? ¿Alguien te hizo sentir especial?… Tengo dos hijos más o menos de tu edad, y con lo que hoy pasó me dejas una gran tarea para con ellos y para con los demás. No eras un niño malo, no fue tu culpa y debes descansar en paz. Yo voy a pedir por ti, por tu descanso, porque Dios sabe de tu inocencia y tiene bien claro en dónde están los responsables y los culpables, que en realidad somos todos aquellos que lo pudimos evitar pero estuvimos muy ocupados en cosas sin importancia. Descansen en paz tú y tu maestra, mi solidaridad con las familias de tu escuela, Dios le dé salud a tus compañeros y a nosotros inteligencia para entender que el amor que te negamos, fue campo fértil para que creciera el odio y en eso, nada bueno florece. Duerme pequeño, yo nunca dudaré de tu inocencia».
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