2 mayo, 2024

Una visita inesperada

Soy Aldo Isaac Rivas Guerra, curso el segundo año de bachillerato en el seminario comboniano de Sahuayo. Soy originario de Dolores Hidalgo, Guanajuato, y les compartiré mi testimonio vocacional.

Poco antes de recibir una visita inesperada, yo buscaba algo que cambiara mi forma de ver el mundo y, al parecer, la encontré; esa visita cambió radicalmente mi vida. Todo comenzó una tarde de 2019 en mi comunidad de Dolores Hidalgo, cuando me enteré que nos acompañarían los misioneros combonianos en Semana Santa. Llegaron el Domigno de Ramos, eran Alex, Daniel, Martín y el padre Jesús Villaseñor, un grupo bastante alegre, simpático y organizado.

Inmediatamente nos mostraron su plan: temas, juegos, actividades y la estructura de cómo viviríamos la Semana Santa. Quienes los recibimos nos pusimos a su disposición y les mostramos lo que se hacía anteriormente. Iniciamos con temas básicos para comprender dicha semana, no recuerdo quién nos impartió temas a los adolescentes, pero eran muy entretenidos; después hacíamos alguna actividad y terminaba el día. El Viernes Santo realizamos el viacrucis y la celebración, el Sábado Santo por la noche la bendición del fuego nuevo y el domingo de resurrección se retiraron.

Recuerdo que el sábado hicimos una fogata y nos contaron sobre el seminario y luego, historias de terror; creo que así empezó la chispa que más adelante ardería con más fuerza en mi corazón.

Pasó el tiempo y en mi último año de secundaria, estando en pandemia, recibí un mensaje de Alex preguntándome cómo estaba y qué estaba haciendo de mi vida. Comenzamos a hablar, me contó sobre el seminario y me invitó a que formara parte de esta experiencia; al inicio lo tomé como un chiste, pero no lo descarté. Luego lo comenté con mis papás y no le dieron tanta relevancia. La verdad me entró mucha curiosidad sobre el tema, así que seguí preguntando a Alex; poco a poco fui conociendo y cada vez más sentía más ganas de vivir esa experiencia; mi mamá notó mi inquietud y platicó con mi papá sobre esta posibilidad.

Por aquellos días presenté el examen de admisión para preparatoria, fui admitido y se suponía que entraría, pero aún así contacté al padre Jesús Villaseñor para pedir más información del seminario y descubrí que en verdad quería experimentar en carne propia lo que es ser un seminarista y saber si es mi vocación.

Poco después, el padre Jesús me visitó y explicó a mis padres todo sobre el seminario; aunque parecía difícil, porque Sahuayo está lejos de Dolores Hidalgo, y no era sencillo que me dejaran ir a un lugar que desconocían. Afortunadamente, el padre Jesús y el padre Silvayn los convencieron.

Al fin me decidí, empaqué mis cosas, me despedí de mi familia y con emoción, miedo, alegría y una mezcla de emociones que se identifican cuando haces algo por primera vez, me fui. Pero no me fui solo, mi primo está conmigo en este viaje; llegamos sin saber mucho, no realizamos un preseminario; un tanto tímidos, pero entusiasmados nos aventuramos en esta bonita experiencia de la cual sigo sin arrepentirme.

Aprovecho este espacio para darle las gracias a mi familia que me ha apoyado en todo momento, independientemente de si logro el objetivo, sé que estarán ahí siempre.